Romney y Bachmann renunciaron hace tiempo a participar -Romney lo hizo cuando Perry todavía no existía como candidato-. Así que tendrá como rivales más serios a Jon Huntsman y Ron Paul.
En el mejor de los casos, una victoria le serviría a Perry para tener buena publicidad y empezar a crecer en ese importantísimo estado que Romney quiere que sea su cortafuegos antes de las primarias de marzo. Y en el peor escenario su presencia contribuiría a dar mérito a una improbable victoria de Huntsman, que es competencia directa de Romney.
St. Petersburg Times:
Leading Republican presidential contenders Mitt Romney and Michele Bachmann say they won't risk their top tier perception by participating in the Florida GOP's Presidency 5 straw poll, even though they will spend plenty of time courting Florida activists in the two days leading up to the Sept. 24 mock election in Orlando. But the Rick Perry presidential campaign confirms to the St. Petersburg Times that the Texas governor is all in.El año pasado repasé los antecedentes del straw poll de Florida:
"Gov. Perry is fully committed to participating in P5," said Perry campaign spokesman Ray Sullivan. "The governor is committed to working hard for the vote in Florida. We have the beginnings of a very good organization in Florida and believe the governor's message will win support in Florida."
El straw poll de Florida solía celebrarse los meses de noviembre del año anterior a las elecciones y en él participaban unos 3,000 delegados del partido. Desapareció en las elecciones de 2000 por considerarlo divisivo y caro. Cuatro años antes el front-runner Bob Dole había salido debilitado: después de gastarse grandes cantidades de dinero en llamadas telefónicas, publicidad por correo y regalos, sólo obtuvo una victoria pírrica con el 33%, frente al 26% de Phil Gramm y el 23% de Lamar Alexander.
En otras ocasiones la votación sirvió para confirmar el favoritismo del front-runner. En noviembre de 1979, Ronald Reagan arrasó. John Connally gastó 350,000 dólares para ganar sólo 354 votos -989 dólares por cada voto. Fue el principio del fin para Connally, que necesitaba mostrar fortaleza en un bastión sureño como Florida.
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