miércoles, 5 de octubre de 2011

Una escena retrospectiva

En febrero de 1995, el ex Vicepresidente Dan Quayle explicó sus razones para no competir por la nominación republicana de 1996. Como siempre en estos casos, citó razones familiares.

La renuncia de Quayle sorprendió a todos porque sólo tres semanas antes había prometido a sus seguidores en Indianapolis que se presentaría como abanderado de los valores conservadores sociales. Pero encontró poco respaldo financiero para recaudar los 20 millones que los expertos estimaban necesarios para montar una candidatura competitiva.

El ala conservadora del partido, el entorno natural de Quayle, parecía apostar por el Senador Phil Gramm que tenía una importante base de apoyos financieros en Texas, y el establishment se inclinaba hacia el Senador Bob Dole.

Sarah Palin no hubiera partido este año con limitaciones financieras porque cuenta con una larga lista de donantes y las técnicas para recaudar pequeñas donaciones en el Siglo XXI no tienen nada que ver con la dependencia de los grandes donantes que podía haber en los años 90. Pero, al igual que a Quayle, el partido le ha dado la espalda a pesar de ser la número dos del último ticket y la siguiente en la "línea sucesoria". Y seguro que eso habrá pesado en su decisión, como pesó en la de Quayle.

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