
Algunas preguntas parecían diseñadas para provocar la confrontación verbal, pero los dos front-runners prefirieron jugar seguro y utilizar el debate para criticar las políticas de Obama. No hubo actuaciones memorables ni errores destacados, y la animación corrió a cargo de los otros candidatos.
Gingrich no se libró de los ataques de los candidatos de segunda fila, en especial de Michele Bachmann y Ron Paul, que lo situaron en una posición algo más defensiva e incómoda que en debates anteriores, obligado a combatir las dudas sobre su elegibilidad y a aclarar que los pagos recibidos de Freddie Mac no habían alterado sus opiniones políticas.
Romney se reencontró con su mejor versión. Sin la ansiedad de cuando necesita ir al ataque, se concentró en parecer presidencial y reservó sus críticas para Obama. Consistente y disciplinado en el mensaje, se hizo dueño del debate económico. Y aceptó errores del pasado, admitiendo cambios de posición en asuntos como el aborto.
Ron Paul estuvo algo quejoso al verse más cuestionado. Tuvo que defenderse de la acusación de haber aceptado la asignación de fondos especiales para su distrito, y estuvo a la defensiva en política exterior. Bien en política doméstica.
Bachmann fue la más persistente, siempre dispuesta a luchar y polemizar. Chocó con Gingrich y Ron Paul. Seguramente su papel en los debates le está permiendo mantener a sus votantes involucrados en la causa.
Perry está relajado. Aunque siga sin destacar, conoce mejor sus límites y simplifica los asuntos para dar respuestas más atractivas. Se comparó con Tim Tebow, el popular quarterback de los Denver Broncos, para ilustrar su condición de underdog.
Santorum se contrastó con los front-runners y expresó su confianza en obtener un buen resultado en el Caucus.
Huntsman estuvo serio y creíble pero desaparecido.
Continúa: Parte 2 / Parte 3 / Parte 4 / Parte 5 / Parte 6 / Parte 7 / Parte 8 / Parte 9
No hay comentarios:
Publicar un comentario