(Foto: Reuters)
La seriedad de los temas tratados, terrorismo, guerra, seguridad nacional, ha inspirado un debate más elegante, consiguiendo que los candidatos aparcaran las malas pulgas de la semana pasada, a pesar de que ha quedado claro que ese no era en principio el escenario deseado por Obama.
El debate ha sido la mejor prueba de que el Presidente sabe o cree que está perdiendo la elección. Desde el principio ha tratado de atraer a Romney hacia temas polémicos, en busca de un knockout, pero el republicano ha preferido avanzar sin novedad.
El debate era para Romney una oportunidad para afirmar que está preparado para liderar al país también en el teatro mundial, y se ha concentrado en asegurarse de que los votantes, especialmente los independientes, se sientan cómodos con la idea de tenerlo como su nuevo Presidente.
Se ha referido a la debilidad del liderazgo americano al tratar con Irán, ha tocado la relación especial con Israel, ha advertido sobre los recortes en el gasto militar, ha planteado un caso creíble en las relaciones con China, y ha evitado parecer belicoso. No se ha detenido en comentarios concretos de Obama como hizo en el segundo debate ni ha sacado armas arrojadizas como Fast & Furious, y ha preferido desarrollar una visión más general. Y la acusación más convincente contra la Presidencia de Obama ha vuelto a plantearla en el terreno económico.
Obama ha estado bien. Ha presumido de logros en política exterior, el final de la guerra en Iraq, la transición para salir de Afganistán, y no se ha olvidado de nombrar a Bush y Cheney, pero ha otorgado varias oportunidades a Romney para desviar el debate hacia las ansiedades económicas del electorado.
Si el objetivo de Obama era simplemente hacer una buena defensa de su política exterior, ha cumplido el ojetivo. Romney no lo ha enjuiciado. ¿Pero se reducía a eso el objetivo de Obama en este debate? A juzgar por la postura beligerante que ha adoptado en las primeras respuestas, no. Ha querido descalificar a Romney como candidato aceptable, y el debate no ha dado para tanto.
Bob Schieffer ha hecho un excelente trabajo como moderador, permitiendo respuestas largas.
Se ha referido a la debilidad del liderazgo americano al tratar con Irán, ha tocado la relación especial con Israel, ha advertido sobre los recortes en el gasto militar, ha planteado un caso creíble en las relaciones con China, y ha evitado parecer belicoso. No se ha detenido en comentarios concretos de Obama como hizo en el segundo debate ni ha sacado armas arrojadizas como Fast & Furious, y ha preferido desarrollar una visión más general. Y la acusación más convincente contra la Presidencia de Obama ha vuelto a plantearla en el terreno económico.
Obama ha estado bien. Ha presumido de logros en política exterior, el final de la guerra en Iraq, la transición para salir de Afganistán, y no se ha olvidado de nombrar a Bush y Cheney, pero ha otorgado varias oportunidades a Romney para desviar el debate hacia las ansiedades económicas del electorado.
Si el objetivo de Obama era simplemente hacer una buena defensa de su política exterior, ha cumplido el ojetivo. Romney no lo ha enjuiciado. ¿Pero se reducía a eso el objetivo de Obama en este debate? A juzgar por la postura beligerante que ha adoptado en las primeras respuestas, no. Ha querido descalificar a Romney como candidato aceptable, y el debate no ha dado para tanto.
Bob Schieffer ha hecho un excelente trabajo como moderador, permitiendo respuestas largas.
2 comentarios:
¿Que tal ha parecido Romney? Yo creo que ha estado bien en líneas generales y que puede ganar. Sale de los debates bastante reforzado.
Creo que los dos han estado bien en este debate. Si la política exterior fuese un asunto prioritario para los votantes, Obama saldría reforzado por haber planteado un buen caso de lo que ha hecho en estos cuatro años. Pero si consideramos que la prioridad de los votantes es la economía y que en este debate tenían la oportunidad de ver que Romney, en quien confían más en economía, es un candidato con posiciones sensatas en política exterior, Romney sale reforzado. La actuación de Romney me ha parecido que iba cuidadosamente dirigida a los independientes y a las mujeres, suavizando la belicosidad republciana de los últimos años, mostrándose como un centrista no doctrinario y mencionando mucho la palabra paz.
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