Con una funda de almohada en la cabeza, el Senador Gary Hart bromea con los reporteros que le acompañan en su avión de campaña en el Supermartes de 1984. Está contento. Ha sido el gran triunfador de una noche en la que se han repartido 512 delegados, el 13% del total.
Ha derrotado a un mejor financiado Walter Mondale, el candidato oficialista del partido y los sindicatos, en siete de los nueve estados que han votado.
En Florida, el premio gordo, Hart ha obtenido el 39% frente a 36% de Mondale. En Massachusetts ha ganado por 13 puntos. En Rhode Island por 10. También ha triunfado en los caucuses de Washington, Oklahoma y Nevada. Y en Hawaii un grupo de delegados no comprometidos ha derrotado a los delegados de Mondale en lo que se interpreta como una victoria moral para Hart que no contaba con candidatos a delegados propios allí.
Mondale sólo ha aguantado en Alabama y Georgia gracias a los negros y los blancos rurales pobres.
Estas siete victorias de Hart se suman a su victoria en New Hampshire dos semanas antes cuando aún era un desconocido para el gran público.
Aunque Mondale sigue en ventaja en número total de delegados gracias al apoyo de los superdelegados, Gary Hart es el nuevo front-runner demócrata.
Lo que Hart no sabe todavía es que el aparato del partido ya se ha puesto en marcha para que sus acólitos de la prensa maquillen los malos resultados de Mondale. Al día siguiente, el informativo matinal de la CBS abrirá declarando que "Mondale ha vuelto a hacer de esto una carrera abierta" porque se quedó a sólo 3 puntos de ganar en Florida. Y el Washington Post decidirá no dar el mismo valor a los caucuses que a las primarias y titulará, "Hart se llevó 3 (estados) y Mondale 2".
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