domingo, 4 de septiembre de 2011
Fotos de campaña: el último día
El Senador Bobby Kennedy se pasea en coche descubierto por Watts, un barrio predominantemente negro (ahora latino) de Los Angeles, en el último día de campaña para la primaria de California, en junio de 1968. Le queda un día de vida.
La foto está tomada por el fotógrafo Bill Eppridge, de la revista LIFE, que acompañó aquel día al candidato en una intensa gira de 13 horas por San Francisco, Los Angeles, Long Beach y San Diego.
Bobby se exhibía en coche descapotable rodeado de un cuerpo de seguridad casi amateur. Sólo William Barry, ex agente del FBI, estaba entrenado para tareas de protección. El resto de sus guardaespaldas (en la foto) eran sobre todo ex estrellas afroamericanas de la NFL como Roosevelt Grier, Lamar Lundy o Deacon Jones que le prestaban servicios voluntariamente.
Esa mañana, al paso de la comitiva por el Chinatown de San Francisco, se escucharon unas fuertes detonaciones. Eppridge, que iba en el coche de los fotógrafos, vio que Ethel Kennedy, la mujer del candidato, se echaba al suelo en el asiento trasero del coche. Bobby se encontraba de pie sobre el capot, saludando a la multitud, y Karl Fleming, reportero de Newsweek que iba corriendo a su lado, vio que sus rodillas se doblaban del miedo. Staffers y prensa se llevaron un susto de muerte. Todo el mundo se acordó de Dallas. Pero esta vez sólo habían sido fuegos artificiales.
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2 comentarios:
Una cosa que no entiendo es cuando dices que la seguridad era casi amateur; ¿no se ocupaba el servicio secreto de la seguridad de los candidatos a presidente?
Rockford.
Fue precisamente después del asesianto de Bobby cuando el Presidente Johnson autorizó al Servicio Secreto a proteger a los candidatos presidenciales y después lo aprobó el Congreso.
Antes de eso el Servicio Secreto sólo protegía al Presidente y al Vicepresidente, y desde los años 50 también al Presidente electo y al Vicepresidente electo entre su elección en noviembre y la toma de posesión en enero. Pero antes de los años 50 ni siquiera protegía al Presidente electo, éste tenía que arreglárselas hasta que juraba el cargo.
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