El Gobernador Mitt Romney volvió ayer a Utah, donde cuenta con un gran seguimiento desde que presidió los juegos olímpicos de invierno. Celebró dos recaudaciones de fondos, una comida en un domicilio privado de Omen donde el plato costaba 1,000 dólares, y una recepción de 2,500 dólares por persona en un hotel céntrico de Salt Lake City.
Pero lo que iba a ser sólo una visita recaudatoria a un estado que hace cuatro años se volcó en donaciones a su campaña, se transformó también en un mitin electoral, en una demostración de apoyo popular en casa de su nuevo rival, Jon Huntsman, para disputarle el título de hijo favorito de Utah.
Romney, subido a la parte trasera de una camioneta roja, se dirigió a cientos de seguidores congregados en el Hires Big H, un popular restaurante de Salt Lake City donde se sirve al cliente sin salir del coche.
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