miércoles, 30 de marzo de 2011

El fervor no se compra

John Connally and George Bush Talk
George Bush y John Connally en 1979. (Foto: Bettmann/CORBIS)

Retrocedemos al verano de 1979. En plena fase exploratoria, el Gobernador Ronald Reagan tuvo que dar explicaciones por las malas cifras recaudatorias de su operación política. En el segundo trimestre del año, su comité exploratorio había sido superado en recaudación por John Connally, George Bush, e incluso el Congresista Phil Crane. Había reunido sólo 1.4 millones de dólares, de los que ya se había gastado 1.3 millones en viajes y pagos al personal de la campaña.

Las cosas sólo fueron a peor a lo largo de 1979. En el mes de septiembre, su comité estaba en números rojos, con una deuda de 500,000 dólares. En los meses que siguieron tuvo que decidir entre echar el cierre o aceptar fondos federales que restringirían su libertad para recaudar dinero pero que eran el único modo de superar las dificultades de la primera etapa. Incuso con la sesión de primarias iniciada, tuvo que hacer frente a una reestructuración radical del personal de la campaña.

Frente a él, un organizadísimo y bien financiado George Bush dispuesto a comprar el Caucus de Iowa. Desde finales de 1978, todos los gastos de personal y viajes de Bush eran financiados por el Fund Limited Government y el Congressional Leadership Committee, dos comités de acción política creados para ese propósito por su amigo James Baker y el multimillonario texano Robert Mosbacher. Esas dos organizaciones contribuyeron además a más de una veintena de candidatos republicanos a cargos estatales de todo el país con 10,000 dólares para cada uno, para tejer una amplia red de apoyos políticos a la candidatura presidencial de Bush.

El ex director de la CIA contaba entre sus donantes con altos ejecutivos de compañías petroleras texanas como Pennzoil, Haggar Slacks, McCormick Oil & Gas, Houston Oil & Minerals, y Texas Instruments. A los que había que sumar a sus partidarios en el establishment y la comunidad financiera de Nueva York, Greenwich y Boston. Sus donaciones permitieron al candidato construir un perfil nacional viajando a 46 estados, cubriendo más de 96,000 millas en 1978, cuando aún ni siquiera era candidato.

John Connally estuvo incluso mejor financiado que Bush. El ex Secretario del Tesoro recaudó un total de más de 12 millones de dólares para las primarias, que ajustándolo a la inflación y al coste de la vida hoy en día sería más del doble. Por si fuera poco, era de todos los candidatos el que proyectaba una imagen más presidencial, con buena planta, pelo plateado, trajes caros, y una oratoria articulada. En aquella época estaba de moda la serie de TV 'El hombre de los seis millones de dólares', cuyo protagonista era un ex astronauta reconstruído biónicamente que podía correr y saltar largas distancias, una especie de hombre perfecto y caro, así que Connally empezó a ser llamado "el candidato biónico."

La prensa le colgó la etiqueta de candidato del Big Business que él lucía orgulloso. Reunió el apoyo de numerosos peces gordos de la política sureña, atraídos por su conversión de demócrata a republicano que encarnaba la evolución de la región. Renunció a Iowa y New Hampshire, y dirigió todos sus recursos a Carolina del Sur. Tuvo al Senador Strom Thurmond recorriendo el estado con él. Tuvo el apoyo del único ex Gobernador republicano del estado, de los alcaldes de las principales ciudades, y de los periódicos más importantes. Trabajó duro, se subió a un bus y recorrió todos los condados, día tras día, doce horas al día, y gastó todo su botín... pero el día de la primaria Reagan se hizo con el 55% de los votos y Connally llegó a duras penas al 30%. 12 millones de dólares gastados para ganar 1 delegado.

Reagan tuvo a Atwater trabajando para él, acusando a Connally de pretender comprar el voto de los negros, y repartiendo ejemplares de A Texan Looks At LBJ, un libro que exponía los trapos sucios de Lyndon Johnson y contenía más de una docena de referencias a Connally, que había sido amigo íntimo y aliado político del ex Presidente.

Eso sin duda jugó en contra de Connally, pero la verdadera razón de su derrota la había comprendido días antes de la primaria. Una mañana, su mujer Nellie entabló un diálogo con un tipo en un pequeño aeropuerto del estado. Le habló de su marido y le pidió su voto. El tipo se le quedó mirando y le dijo: "Yo estoy con Ronald Reagan. Siempre he estado con Ronald Reagan. Siempre estaré con Ronald Reagan desde la cabeza hasta los dedos de los pies."

Reagan tenía menos dinero pero era el candidato preferido de los republicanos de base. Había dejado huella en el 76 con una campaña que le llevó hasta la convención, y todos los que entonces salieron a votarle estaban con él en el 80. Llevaban cuatro años esperando una segunda oportunidad y su compromiso con el candidato era casi religioso.

Romney vivió en 2008 la experiencia de Bush y Connally: su dinero, organización, disciplina y profesionalidad no pudieron hacer frente en Iowa, New Hampshire y Carolina del Sur a dos candidatos mucho peor financiados. Este año la lección es extensible también a Huntsman, Barbour, Pawlenty o Daniels, frente a los Huckabee, Bachmann o Palin de turno, candidatos con una primera base de apoyos limitada pero muy intensa y leal.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Correcto. Rommey y Huntsman tienen todo el dinero del mundo, fueron a las mejores universidades, muy buenas relaciones, ect.. Pero son de los de la "cuchara de plata" en la boquita desde que nacieron. En mi opinión, el GOP no necesita un candidato así. A corto plazo puede que pudiera ganar a Obama (cosa que el caso de Hutsman lo dudo muchisimo y en el de Rommey lo dudo bastante) pero a largo plazo hace falta alguien que, conectando con la base republicana, sea capaz de atraer a las clases medias y medias bajas. Este ultimo tipo de candidatos sirven para sacar al pais de un crisis economica, militar y de valores democraticos como la que ahoara agobia a los USA. Candidatos como Rommey o Hutsman sirven para salir del paso pero para poco mas.

Rockford.