jueves, 17 de marzo de 2011

Richard Wirthlin (1931-2011)



Dick Wirthlin murió ayer en Salt Lake City a los 80 años. Economista, politólogo, sociólogo, y experto en estadística e informática, fue el gurú del Presidente Reagan en materia de sondeos de opinión y análisis del electorado. Era tan bueno que alcanzó fama mundial en la época. Incluso Alfonso Guerra se interesó por sus métodos.

Os dejo un perfil del personaje publicado por Iniciativa Socialista en 2004.

El mago mormón

JOSÉ M. ROCA. Publicado en Iniciativa Socialista número 73, otoño 2004

La llegada de Reagan a la presidencia de EEUU se debió a la venturosa combinación de carisma personal, apoyo económico y tecnología, pero sobre todo, a la habilidad de Richard Wirthlin, el hombre que supo combinarlas con acierto, pues percibió el agotamiento de los aires de renovación de los años sesenta, los efectos legales de aquellos años que desagradaban a una parte importante de la población, la degradación de las ciudades, el auge de la marginación, las secuelas del consumo de drogas, de la revolución sexual, el hedonismo y los cambios en las costumbres que denunciaban las asociaciones moralistas, así como el renacimiento de la religiosidad, el surgimiento de predicadores y la fundación de nuevas iglesias conservadoras. Había, pues, fuerzas que estaban maduras para la gran restauración, pero había que conocerlas en profundidad y detectar cuáles eran los temores, los deseos y las causas de su descontento para ofrecerles la respuesta política que Reagan podía encabezar. Y Wirthlin disponía de las ideas, de la experiencia y de la maquinaria necesaria para hacerlo posible.

Wirthlin, doctor en Economía y Estadística, jefe del departamento de Economía de la Universidad Brigham Young de Utah y director del centro de investigación sobre métodos de sondeos de opinión, poseía una gran sagacidad analítica y una increíble facilidad para extraer consecuencias políticas de largas hojas de papel de ordenador cubiertas de cifras. Después de ejercer de profesor en varias universidades y de trabajar para un comité consultivo de la American Economic Association, había creado la empresa Decision Making Information (DMI), que contaba entre sus clientes, además de un gran número de firmas privadas, con tres ministerios y con la administración federal de Correos. Según cuenta Perry, a principios de los años sesenta, ninguna organización podía superar a DMI en información sobre los ciudadanos de EEUU obtenida a partir de los treinta y ocho servicios federales de estadística.

Pero además, Wirthlin había creado el programa Political Information System (PINS), cuya función era simular las elecciones en un ordenador, combinando cientos de variables, y predecir el resultado meses, semanas u horas antes de la jornada electoral. El programa contenía datos sobre la población obtenidos a partir de miles de prolijas encuestas, sobre el historial de voto de cada condado y estado, sobre la evolución de la propia campaña, información sobre los últimos sondeos y además la valoración subjetiva de un grupo de expertos. El proceso del programa PINS era circular: los datos del ordenador se convertían en actos sobre los electores, cuyas respuestas eran analizadas y convertidas de nuevo en acciones de campaña en un proceso constante de realimentación. Wirhtlin se proponía conocer lo que pensaba y sentía la población más conservadora del país, la que Nixon había llamado en su apoyo con el nombre de mayoría silenciosa.

De la habilidad de Wirthlin Reagan tenía una prueba, pues durante la campaña a la reelección como gobernador de California, en 1970, le hizo la demostración de una simulación por ordenador partiendo de un modelo matemático. Había introducido en el programa datos como resultados de elecciones anteriores, composición demográfica y situación social del electorado, encuestas de actitud, preferencias de voto, opiniones sobre temas controvertidos y otras, y por otra parte, las ideas defendidas por el candidato para medir las reacciones del electorado. Y las predicciones del experimento fueron exactas: Reagan resultó reelegido.

Pero Wirthlin no era sólo un científico sino también un creyente, miembro de la iglesia de los últimos días, que entonces creía estar en los últimos días de los Últimos Días (Perry, p. 32). Y como todos los mormones en un país donde se identifican fácilmente la nación y la religión, extremadamente leal al Gobierno.

Contaba, además, con un equipo de colaboradores en la mormona Universidad Brigham Young, en Utah, elegidos por sus conocimientos de economía, ciencia política, informática y análisis de sondeos. Según Perry (p. 90): El ordenador moderno, que suprime las decisiones emocionales e irracionales estaba hecho a su medida. Esta fue la mentalidad con la que eligió a su equipo de jóvenes mormones claros y precisos.

Todo sería disciplinado y sistemático, y el equipo mormón -todos los técnicos importantes pertenecían a esa fe- era perfecto para tal operación. Sus mentes habían sido preparadas, en realidad adoctrinadas, para ser ordenadas y estructuradas. Habían excluido de su vida los vicios, como el alcohol o las drogas, o cualquier cosa que pudiera restarles eficacia en su vida privada o en el trabajo, y en este caso con los ordenadores, objetos de máxima perfección para el mormón moderno. Los ordenadores eran máquinas de lógica y disciplina infalibles. Si se utilizaban adecuadamente podían acelerar la marcha del “progreso” en la vida, los negocios e incluso la muerte y la religión.

Como resultado, según Perry, Reagan se convirtió en el primer político programado para ganar. Había puesto sus dotes de actor y toda su experiencia en el cine y la televisión al servicio del minucioso guión que le había preparado su director de campaña, y la combinación alcanzó el resultado apetecido (aunque moderado en cifras, obtuvo el 26,7%): había actuado bien. No sé cómo se puede ser un buen presidente sin ser un actor, dijo en una de las últimas entrevistas de su mandato.

Además de a los factores citados, la victoria republicana se debió también al factor demográfico combinado con elementos culturales de los estados del sur. Reagan venció gracias a que los estados del sur y del oeste, más reticentes con el gobierno federal (confederalistas), más religiosos y conservadores, y donde los demócratas se habían desgastado al impulsar los programas de integración racial, al haber crecido en población habían aumentado en número de votos electorales, mientras que los estados del norte y del este los habían perdido.

Wirthlin fue aún más lejos: Para conseguir un auténtico liderato usted tiene que emprender una campaña perpetua, le dijo. Igual que si estuviera en campaña electoral, había que vender al electorado la gestión cotidiana del Presidente a través de una serie de actos programados, que habían de ser cuidadosamente medidos en las encuestas para verificar si producían el resultado apetecido.

1 comentario:

Paco dijo...

Reagan tuvo la virtud de aunar el conservadurismo fiscal, el social y el cultural, sin perjuicio de transmitir una imagen positiva y de autoconfianza tanto colectiva como individual, algo extraño a los candidatos conservadores actuales, hoy mucho más reactivos que propositivos.


Dicha imagen positiva hizo que Reagan conquistase incluso Nueva Inglaterra, territorios vedados tanto de antes como de ahora.
El problema fue que al finalizar los 80, el electorado del GOP se radicalizó, y como reacción a ello, los demócratas lentamente recuperaban posiciones en los Grandes Lagos, Nueva Inglaterra, e incluso y como novedad, la Costa Oeste.
El conservadurismo de Reagan empezaba a ser víctima de su propio éxito o de sus propios excesos, según se mire.
La poderosa mayoría social conservadora seguía vigente en los 90, pero menos. Si a eso añadimos la irrupción de Perot, que supo aprovechar la radicalización de cierta parte del electorado conservador y la recesión del 92, en poco tiempo Bush padre perdió el capital político tanto de la Administración Reagan como de la primera guerra de Irak.
Poco a poco, esa mayoría social conservadora (y no tan silenciosa como en la época de Nixon) se ha ido reduciendo. Que un demócrata del norte haya ganado ahora es significativo. E incluso las fallidas candidaturas de Gore y Kerry, que en otros tiempos hubieran sido derrotadas por un landslide, dejaron un suelo bastante sólido para sus sucesores demócratas.
Lo curioso es que se está detectando el movimiento inverso de los años 60, antes eran los liberales y la contracultura la que tenía el gran eco y el conservadurismo la mayoría silenciosa. Hoy las élites culturales y mediáticas (esas que detestaba Nixon) siguen teniendo una poderosa resonancia social, pero sin embargo son ahora los ultraconservadores, bien el Tea Party, Fox News o los telepredicadores de hace algunos años, los que meten cierto ruido mediático gratuito, no estando claro su poder e influencia reales en la sociedad. En algunos casos hasta hacen que el electorado se espante de ellos (léase la elección de Harry Reid en Nevada). Pero ya no está claro que sean mayoría, y lo que no son ahora mismo es silenciosa.
Son las paradojas de la historia.