viernes, 27 de enero de 2012
Debate en Jacksonville
Hace algunos días, el equipo de Mitt Romney anunció que el candidato había contratado a un nuevo entrenador de debates, y vaya si se nota. Ayer ofreció su actuación más completa. Estuvo agresivo y afilado sin perder la disciplina en el mensaje. Salió con mucho ritmo y devolvió cada golpe. Supo indignarse cuando fue necesario (cuando Gingrich le llamó anti-inmigrante) y defender con vigor sus finanzas. Ofreció la mejor respuesta sobre Israel y suyo fue el mejor alegato final. Dominó la conversación y se llevó al público.
Newt Gingrich estuvo poco dinámico. Sorprendido por un Romney diferente, pareció desconcentrado y a ratos repetitivo. Dio respuestas detalladas en temas que no están teniendo peso en la campaña de Florida, como la libertad religiosa o el conflicto árabe-israelí, pero perdió las discusiones clave (inmigración, Freddie Mac, impuestos) frente a Romney. Y la táctica de atacar al moderador para atraer el apoyo del público se volvió esta vez en su contra.
Rick Santorum fue el interlocutor que más exigió a Romney. Deliberó acerca de la culpabilidad de Romney en la promulgación de la reforma sanitaria y dijo que el ex Gobernador de Massachusetts no será capaz de defender su ley frente a la de Obama en la elección general. Se vio más presidencial que en otros debates, dirigiendo sus ataques contra Obama, demostrando dominio de la política exterior en relación a Latinoamérica, y exigiendo que se hablara más de los asuntos generales y menos de los temas personales, para que Romney y Gingrich no se llevasen todo el protagonismo.
Ron Paul estuvo rápido y divertido. Explicó con verosimilitud que la expansión del gobierno agrava los problemas de vivienda, asistencia sanitaria y desempleo. Y afrontó con gracia las preguntas sobre su edad y su historial médico, retando a sus rivales a una vuelta de 25 millas en bicicleta por Texas.
Ahora tenemos por delante casi un mes libre de debates. Los candidatos no se volverán a ver las caras hasta el 22 de febrero en Arizona.
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4 comentarios:
Creo que el mejor fue Santorum. Su intercambio con Romney sobre la reforma sanitaria y el mandato obligatorio fue de lo mejor que se ha visto en todos los debates que llevamos. La posición de Romney en este tema (es valido a nivel estatal invalido a nivel federal)se reveló como totalmente indefendible y Santorum lo puso en evidencia en toda su crudeza.
Los votantes del GOP tienen que afrontar que si eligen a Romney como candidato pasaran dos cosas; primera, que Romney no podrá atacar a Obama en este tema por que si lo hace el presidente le hará lo mismo que le ha hecho Santorum pero con mucha mas dureza; segunda, si, a pesar de todo, Romney llega a presidente nunca revocará el Obamacare; le hará ligeros retoques pero se quedará ahí (de hecho algun asesor de Romney ya ha filtrado esto ultimo).
Enfrentarse a una elección presidencial con un candidato que esta imposibilitado de atacar el unico proyecto legislativo emblematico que ha sacado adelante Obama, proyecto que ademas esta en el germen de la insurgencia del Tea Party y de la ola de entusiasmo republicano de las elecciones de 2010 me parece que es darle demasiadas bazas a un presidente vigente.
Rockford.
Enfrentarse a una elección presidencial con un candidato al que el Presidente puede colocarlo durante semanas defendiéndose sobre gays, lesbianas y llamadas de Dios, para no hablar de economía, también puede ser darle demasiadas bazas a un presidente vigente.
Es que aún admitiendo que Romney no pueda atacar a Obama por el ObamaCare, el resto de candidatos siguen siendo mucho más vulnerables. Y además, Obama tiene muchos otros puntos débiles y la sanidad ni siquiera es el principal. Citando a Clinton: "It's the economy, stupid."
La cosa es muy diferente si la economía empieza a mejorar rápidamente... pero en ese caso me da que Obama sería casi imbatible.
El tema de la reforma sanitaria de Massachusetts es más problema para las primarias que para la elección general.
En ese tema símplemente debe prometer que revocará el ObamaCare. Y eso ya lo distingue de Obama superficialmente. En la primaria republicana todos prometen revocar el ObamaCare, así que es una competición sobre quién más.
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