jueves, 17 de febrero de 2011

El suspense de Cuomo

(Esta historia viene al hilo de lo que podemos llamar el "factor Christie" en 2011-2012)



El Gobernador Mario Cuomo, de Nueva York, se pasó la primera mitad de 1991 negando por activa y por pasiva que fuera a presentarse a Presidente en 1992. "No tengo planes ni tampoco planes de hacer planes," repetía la figura más popular del Partido Demócrata de la época, cada vez que le preguntaban.

Reclusivo y celoso de su intimidad, se resistía a exponer a su familia al mismo tipo de humillaciones sufridas por la familia de Dukakis en el 88. Y con más razón si el sacrificio iba a ser baldío. El Presidente Bush parecía imbatible y Cuomo no quería ser el idiota que se prestara a ser destrozado en una campaña en la que sería imposible plantear una alternativa seria en los términos en que se estaba desarrollando el debate nacional. De la retórica de los republicanos se deducía que el argumento de Bush iba a ser, "yo gané la guerra y el otro tipo es un cero a la izquierda."

Dick Gephardt, Sam Nunn o Bill Bradley tampoco se presentaban. Al Gore mantuvo a su staff a la espera hasta que en verano de 1991 también descartó candidatura. El golpe de estado contra Gorbachov fue el detonante en la decisión de Gore. Si la política exterior dominaba el debate, no había esperanzas para los demócratas.

Al final del verano había media docena de candidatos declarados, pero ninguno tenía la estatura suficiente para derrotar a un estadista mundial. Además, la mayoría eran demócratas poco ortodoxos: los Senadores Paul Tsongas y Bob Kerrey eran conservadores fiscales que abogaban por presupuestos equilibrados; el ex Gobernador Jerry Brown era un tipo demasiado exótico que estaba en contra del NAFTA y de las subidas de impuestos; el Senador Tom Harkin era un "populista de la pradera" cortado por el mismo patrón que William Jennings Bryan; y el Gobernador Bill Clinton había huído al extranjero para escaquearse del servicio militar, y tenía muchos esqueletos en el armario.

Cuomo empezó a variar su postura pública en el mes de octubre, coincidiendo con la degradación de la situación económica, la caída en popularidad del Presidente, y la ausencia de un front-runner demócrata. Abandonó las sentencias shermanescas y abrió las puertas a la especulación.

"Hay muchas cosas que mirar. El calendario de primarias o cuánto tiempo tendría que pasar en cada sitio. No puedo hacerlo desde aquí. Tengo que salir ahí fuera con los demás, subir a un escenario, permitir que la prensa se burle de mí. Reunir a mi staff, calcular el coste económico (de la campaña), y decidir si tengo que llevar a mi personal de seguridad a otros estados. (...) Tengo que pensar si puedo hacer un esfuerzo razonable sin descuidar mis obligaciones con mi estado."

Durante 10 semanas, la prensa estuvo más pendiente de las deliberaciones de Cuomo que de las actividades de los candidatos ya declarados. El Gobernador empezó a recibir sin pudor a enviados de la prensa nacional e internacional en su despacho, y a comparar sus jornadas de reflexión con las visiones de San Pablo Apostol camino de Damasco. Mientras tanto, los demás candidatos se quejaban impotentes por las dificultades que encontraban para recaudar dinero porque los grandes contribuyentes del partido estaban esperando a Cuomo.

Entre los asesores del potencial candidato, italianos y católicos como él, había división de opiniones. Andrew Zambelli y Michael Del Giudice le animaban a presentarse. John Marino y Joe Perroco se lo desaconsejaban. Discutieron sobre casi todo. Entrar pronto o entrar tarde, empezar en New Hampshire o esperar hasta el Supermartes si seguía faltando un front-runner.

Cuomo decidió que se presentaría solo si antes de la fecha límite para la inscripción como candidato en New Hampshire (las 5 de la tarde del 20 de diciembre) lograba llegar a un acuerdo con la legislatura de Nueva York para resolver el agujero presupuestario del estado. Sus asesores lo prepararon todo para una entrada tardía en la campaña, esperando un acuerdo presupuestario de última hora. En el momento en que Cuomo anunciase su candidatura, decenas de políticos demócratas influyentes le darían su apoyo, y en unas pocas semanas podría recaudar más dinero que todos sus rivales juntos.

La mañana del viernes 20 de diciembre había dos aviones charter preparados en la pista del aeropuerto del condado de Albany para trasladar a Cuomo y los cuerpos de prensa a New Hampshire. Si había acuerdo sobre el presupuesto esa mañana, Cuomo sería inscrito de inmediato como candidato, pagando los 1,000 dólares requeridos, y viajaría hasta Concord para anunciar públicamente ese fin de semana su candidatura delante del Capitolio de New Hampshire.

El Gobernador pasó toda la mañana encerrado en su mansión ejecutiva, mientras sus asesores negociaban el presupuesto con el Líder de la Mayoría en el senado estatal, el republicano Ralph Marino. Cuomo esperó hasta las 2 de la tarde. Cuando se le comunicó que la última ronda de discusiones no había dado resultado, empezó a escribir una declaración en la que comunicaría de forma definitiva que no se presentaba a Presidente.

A las 3:37 de la tarde, a menos de hora y media de que se cerrase el periodo de inscripción, compareció ante la prensa en el segundo piso del Capitolio de Albany. "Me parece que no puedo desviar mi atención a New Hampshire mientras esta amenaza flota sobre la cabeza de los neoyorkinos a los que he prometido dar prioridad." Lamentó no poder presentarse a pesar de desearlo, y acusó a los republicanos de haber hecho imposible un acuerdo presupuestario, precisamente para impedirle ser candidato -era el rival más temido por Bush-.

Interrogado sobre si podría reconsiderar su decisión y entrar en las primarias más adelante, lo descartó: "Teóricamente, en el futuro, cuando la sensatez haya sido restaurada en nuestro proceso presupuestario, podría entrar en las primarias que queden por celebrarse y todavía ser un competidor para la Presidencia. Pero acepto el juicio del presidente nacional de nuestro partido (Ron Brown), según el cual por el bien del Partido Demócrata renuncio a ello desde ahora para evitar cualquier inconveniente y trastorno en el proceso."

Ver la rueda de prensa del 20 de diciembre de 1991.

2 comentarios:

Jordi Coll dijo...

Aunque tengan menos comentarios, los posts históricos son mis preferidos. ¿Verdad que comentaste hace tiempo que tenías pensado escribir sobre las convenciones del siglo XIX? No es que te quiera presionar, pero por mí que no sea!

Antxon G. dijo...

Sí, lo haré. ¡Pero hay mucho tiempo todavía de aquí a noviembre de 2012! :)

Por cierto, en relación a este post se me ha olvidado poner este artículo del Time. ¡Es de febrero de 1992 y todavía la prensa estaba pensando en escenarios para la entrada de Cuomo! xD